Los colombianos cansados e impotentes esperamos la boa gigantesca que ávidamente devore tamaño elefante de la corrupción con la ayuda de un zar anticorrupción
Por: Juan Carlos Buitrago Arias | noviembre 05, 2021
Imagen tomada de artículo original: https://www.las2orillas.co/la-boa-y-el-elefante-una-parabola-contra-la-corrupcion/
El elefante de la corrupción sigue creciendo, el 79 % de la sociedad así lo reafirma.
Alguna vez, visité Sololá, una ciudad ubicada a tres horas de ciudad de Guatemala. Allí está el lago Amatitlán, una de las bellezas naturales más visitadas del país Maya, luce abrigado por imponentes y afiladas montañas y volcanes; y subyacen 12 autóctonos pueblos indígenas cada uno bautizado con el nombre de un santo. El pintoresco y majestuoso paisaje, se torna cautivante por la calidez de su gente, su sabiduría ancestral, y la excepcional fuerza de hombres y mujeres que con sumisa vocación trabajan el cacao y el algodón, produciendo variedad de chocolates, y finos y coloridos trajes en hilo resultado del extracto de plantas e insectos exóticos de la región. Turistas del mundo se hospedan allí, escritores y pintores que en el regocijo de la naturaleza inspiran su creación. A la mayoría de los pueblitos se llega en lancha, y una vez allí, las mujeres mayas, vistiendo el guipil y el tzute, lo invitan a un tour, y si quiere llegar al mirador está el tuc tuc, el mismo que usamos en Barichara.
Leímos El principito de niños o adultos, una obra para cualquier edad. Y su autor, el piloto y escritor Francés Antoine de Saint-Exupéry, vivió un tiempo en Atitlán, luego de exiliarse en Estados Unidos a causa de la Segunda Guerra Mundial. Explorando Centroamérica descubre este exótico lugar, e inspirado en la figura de una de sus montañas, el Cerro de Oro, creó la parábola de la boa y el elefante. La montaña cuya silueta es idéntica a un sombrero, desata la imaginación de Antoine para dibujar una boa que se ha tragado un elefante. Era el ingenio del escritor, que impulsa a ampliar la perspectiva para pensar fuera de la caja. El principito inspiró una película, y el libro ha sido de los más vendidos en la historia, con más de 100 millones de copias, después de Don Quijote, Historia de dos ciudades y El señor de los anillos.
Esta parábola, interpreta el sentir de los colombianos, cansados e impotentes, a la espera de que aparezca una boa gigantesca que ávidamente se devore tamaño elefante que simboliza la corrupción en nuestro país. Hace una semana la encuesta Invamer demostró que este sigue siendo el mal mayor del que se queja la sociedad: el 79 % lo reafirma. Fedesarrollo publicó las conclusiones de la comisión de expertos que plantea salidas a este fenómeno, muy valiosas por cierto, pero seguimos anclados en más de lo mismo. Y el gran problema, que no nos deja salir del círculo repetitivo de diagnósticos, propuestas, recomendaciones, iniciativas, hojas de ruta, etc, etc…, es que no hemos entendido, que resulta estéril, casi imposible, seguir buscando vías de escape a la corrupción, esperanzados en una clase política que usufructa el poder anclado en una perversa maquinaria corrupta. Es decir, el elefante, el que la boa tiene que tragarse, o el sombrero, el de la autoridad, que es todo, menos lo que representa, y que sobrevive por su apariencia de legalidad, el mismo que esconde la mugre debajo de la alfombra.
La primera tarea para avanzar en la lucha contra la corrupción, es marginar del debate a la clase política corrupta
La primera tarea para avanzar en la lucha contra la corrupción, es marginar del debate a la clase política corrupta. Parece imposible este camino, ellos influencian leyes, pero no hay otro, y claro, es complejo definirla, porque es grisásea, es una simbiosis de antivalores y componendas, que los agrupa en un mismo espíritu de cuerpo, por supuesto, negativo.
La segunda tarea, es encapsular la lucha contra la corrupción en las unidades especializadas de la justicia, los órganos de control, y las instituciones del gobierno y del sistema financiero; encaminándolos hacia esfuerzos comunes orientados a caracterizar, develar, visibilizar, judicializar y desmantelar las mafias de la corrupción.
La crítica, no puede desacreditar y desincentivar el trabajo silencioso y de grandes logros, de unidades técnicas y operativas de la Procuraduría, la Contraloría, la Fiscalía, el Inspector General de Tributos, Rentas y Contribuciones Parafiscales-ITRC del Ministerio de Hacienda, la Unidad de Información y Análisis Financiero-UIAF, la Dian y la Policía Judicial de la Policía Nacional; que cuentan con personal experimentado, comprometido, calificado y honesto. Aquí está la reserva auténtica de estas investigaciones y son ellos los que deberían integrarse en una fuerza común e imbatible contra la corrupción, totalmente apartidista, blindada y protegida.
Un paso trascendental hacia un giro diametral, podría ser, acudiendo a una figura ya probada en otros países con resultados urgentes y extraordinarios: el Zar Anticorrupción; no como los del pasado, que no tenga origen político, independiente del Ejecutivo y el Legislativo y representado en un líder impoluto, del más alto nivel, preferiblemente designado por las Altas Cortes, la Fiscalía y los Órganos de Control, y con amplios poderes y competencias para dirigir y orientar las más significativas investigaciones anticorrupción. El elefante sigue creciendo.
LPNSN: A propósito de la cumbre de cambio climático en Glasgow(Escocia), es urgente intervenir la deforestación que causan la minería ilegal, la tala de bosques, la ganadería irregular y el narcotráfico en parques naturales. Es necesario un plan de choque integral y sostenido a cargo de las autoridades; esfuerzos aislados resultan infructuosos.
Columna originalmente publicada en: https://www.las2orillas.co/la-boa-y-el-elefante-una-parabola-contra-la-corrupcion/
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